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II. PRINCIPALES PRODUCTOS CULTURALES
6. ARTESANÍA
Sección 6.3: El tiempo es dinero

6.3.1. Los mercados de los sentidos

Los turistas tienen todo lo que se necesita para la vida diaria, pero están aburridos. El turista no busca novedades, sino nuevos sentidos con los que llenar su vida.

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Foto: Bolsos de mano típicos de hilo tradicionales de Carelia hechos a mano y con forma de pastel Jyväskylä 2011. Foto: Kari Rouhiainen

El turista no va a la tienda a comprar comida para sobrevivir, sino que adquiere algo bonito y diferente para el fin de semana. Cuando un turista compra un coche, adquiere un estado, un estilo, valores estéticos, comodidad y seguridad. El turista compra la sensación de salud (vitaminas, suplementos a base de hierbas, cremas y gotas de todo tipo) para tener la impresión de gozar de una vida segura y saludable. Un perfume no es una botella con una agradable fragancia, sino un sentimiento de encanto y deseo. La compra inexistente más frecuente es la pérdida de peso, uno de los mayores negocios en los países ricos.

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Foto: Zapatos ultra modernos. Diseñador MinnaParikka, 2010. Foto de Ulla-MaijaRouhiainen.

También está aumentando la demanda y el interés por las religiones, filosofías y sabidurías, con manifestaciones variadas como las modernas peregrinaciones o los cursillos de orientación para la vida, o libros y objetos relacionados con esos temas. Hay una gran industria mundial que satisface las demandas de los aburridos y afligidos turistas. El turismo forma parte de esa industria y produce bienes inmateriales.

El turista busca con nostalgia paisajes sin mancillar, que nadie haya descubierto todavía; echa de menos sus lugares reales. Está en juego su propio viaje, su propio e irremplazable vagar por el mundo. El turista le pregunta al folleto del viaje: ¿Hay algo para mí?

El turismo de Finlandia tiene un gran potencial de futuro, ya que la mayoría de los turistas del mundo no la han visitado aun. Finlandia es uno de los países europeos menos conocidos. ¿Qué anhela el turista y qué busca?

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Foto: Una insignia hecha de material reciclado. Secco, Helsinki, Finlandia. 2006. Foto: Ulla-Maija Rouhiainen, 2009

Al sobrevolar Finlandia podrá comprobar desde la ventanilla del avión cómo la economía moderna, los transportes, la cultura, las gentes con sus casas y necesidades, la competitividad y el gobierno nacional se alternan ordenadamente con los bosques, los lagos y el mar. El hombre se ha construido su propio espacio, pero ha dejado muy cerca de las ciudades amplias áreas casi sin tocar. Finlandia tiene una población que escasamente supera los cinco millones de habitantes en una superficie de 338.000 kilómetros cuadrados. En Enontekiö, Laponia, hay un espacio equivalente a cuatro kilómetros cuadrados (1,5 millas cuadradas) por persona. Finlandia tiene sitio para más turistas, con sus ansias y sus nostalgias. Necesitamos turistas, porque el cambio de la estructura económica hace que las gentes del sector primario rural, la agricultura y la silvicultura, diversifiquen sus fuentes de ingresos. La gente que ha perdido su puesto de trabajo en la industria tiene que buscar su sustento en el sector servicios. Necesitamos nuevos negocios y puestos de trabajo.

El diseño finlandés y los sueños de los turistas deberían converger en productos creados con un fin, con imaginación y con valores sostenibles y duraderos. El turismo demanda excelencia en el mercado mundial de servicios.

La producción de servicios turísticos es un trabajo a la vez manual e intelectual. El paisaje espiritual es el más interesante de Finlandia, y existen tradiciones que pueden tomar nuevas formas en el diseño de nuevos productos. Las innovaciones y el conocimiento de la industria turística requieren una excelente calidad exportadora al igual que otros productos de alta tecnología. No merece la pena producir experiencias únicas con un estilo mediocre, porque nadie las comprará.

El viejo dicho finlandés "la gente va y viene pero la casa siempre permanece" es cierto en la vida diaria, pero no resulta de utilidad para proporcionar servicios profesionales a los turistas, quienes no desean pagar por nada inferior a una experiencia singular personal. El conocimiento de los recursos culturales y la capacidad profesional ayudan a comprender los deseos del turista y a proporcionar servicios que tengan una demanda real. Hasta podría darse el caso de que uno fuera a poder contarles a sus amigos cuáles van a ser los regalos de Santa Claus.

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