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Los cambios que se están produciendo en nuestro entorno,
donde destacan los sociodemográficos y las continuas innovaciones en la tecnología
junto con una mayor experiencia de los visitantes procedentes de los principales
países emisores, están originando una demanda de formas distintas
y cambiantes de turismo.
Como en cualquier otro tipo de consumo, el turista espera obtener un beneficio de su estancia que podría ser el simple relax, el cambio de rutina, o nuevas experiencias. El poder de atracción turística de una zona rural depende también de las actividades que el turista pueda realizar en ella y de su originalidad (diferenciación del producto), que es donde podemos destacar de otras zonas competidoras a través de la puesta en valor de nuestro Patrimonio Etnográfico.
Para aumentar el valor del alojamiento y sus beneficios, se suele recurrir a complementos como Parques Naturales, Áreas de Recreo, senderismo, excursiones, y en muchos casos, servicios de bar y restaurante, etc. Pero también contamos en nuestro alrededor con un conjunto de bienes materiales (paisajes agrícolas, aperos, ingenios hidráulicos, molinería, la sal, el vino…) y de elementos inmateriales (costumbres, tradiciones, festividades…) que representan la huella de nuestros antepasados, del desarrollo de la sociedad, y pueden resultar atractivos para un visitante.
Los consumidores se interesan por un producto en función de las satisfacciones que obtienen (o esperan obtener) de ello. Como veremos más adelante, para el turismo rural la autenticidad es un factor muy importante. Debemos sacar provecho de nuestro rico Patrimonio Cultural. El Patrimonio Etnográfico no solo se extiende a todos los hechos y sujetos que resultan de interés para el conocimiento y la comprensión del mundo actual. Como patrimonio que es, debe de incluir un componente añadido de historicidad/durabilidad, que es el que legítima su tutela. Sin embargo no es sinónimo de un pasado cerrado, sino de perduración y continuidad, en el sentido de que incorpora y explica el hoy a través de la evolución del pasado.
De ello deducimos el carácter dinámico y flexible del concepto de patrimonio, con características de fragilidad y con un marcado carácter no renovable. El turismo puede contribuir con dos actuaciones paralelas y complementarias con relación al Patrimonio Cultural: El desarrollo de la actividad turística, y la búsqueda de la conservación del Patrimonio a través de aquella.
El turismo rural se define obligatoriamente en un marco de sostenibilidad, compatible con la sociedad y la economía local, que sea respetuoso con el medio ambiente y el patrimonio, de manera que preserve los recursos que integran este patrimonio para generaciones futuras. En sociedades donde el proceso de urbanidad es reciente, muchas veces permite además relacionar los mundos urbanos y rurales. En este contexto se hace necesaria la observación de las siguientes pautas de actuación: Promover la investigación, documentar, apoyar su correcta recuperación o la supervivencia actual, y favorecer u orientar la difusión.
Conviene observar los riesgos que corre el Patrimonio Etnográfico, tanto el inmueble como el oral y escrito, de solaparse y perder su identidad de contexto y dinámica humana y social, frente a otros ámbitos patrimoniales y/o culturales más estáticos (Patrimonio Arqueológico, Arquitectónico, la artesanía, etc.) pero mejor establecida.
Finalmente, es necesario mencionar la urgencia de la recogida y documentación del saber o patrimonio cognitivo etnográfico (tradiciones orales, música, bailes, etc.), que se encuentra amenazado ante la desaparición progresiva de las personas portadoras de dichos conocimientos por razones de edad.
Como se puede ver, las actuaciones en la temática de la etnografía no sólo afectan positivamente al turismo, sino que también apoyan la conservación de objetos y tradiciones que constituyen las raíces de la comunidad local.
Se perfilan así las siguientes líneas principales para definir productos basados en los recursos etnográficos y etnológicos:
Conseguir documentos y material a exponer puede resultar difícil, sobre todo en poblaciones o zonas que han sufrido un abandono prolongado o por el otro lado, han pasado por un desarrollo acelerado durante los año 1970-2000 cuando aún no existía conciencia social ni política sobre la importancia de preservar este tipo de recursos. Aún así, normalmente las siguientes fuentes proporcionan resultados útiles:
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Resumen | Sección 3.3 Qué le interesa al cliente |
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