Un alimento no es sólo un alimento. Tiene significado social, emocional y simbólico. Es un complejo mix de calidad, herencia y naturaleza; es un producto de la historia. Su valor se incrementa con la autenticidad y la singularidad que representa, es decir, con su carácter menos globalizado. En este sentido Andalucía, nuestra tierra, posee una riqueza gastronómica tradicional muy reconocida a nivel internacional, donde cada comida se convierte en un placer especial difícil de olvidar.
La singularidad valoriza los recursos y si los alimentos son un recurso turístico, como pretendemos, a mayor identidad local tendrán mayor valor. Anthelme Brillat-Savarini definió a la gastronomía como el conocimiento razonado de cuanto al hombre se refiere en todo lo que respecta a la alimentación. En ese sentido la gastronomía integra a los alimentos en sus etapas de producción, comercio y consumo en una extendida y compleja cadena de relaciones.
La visión turística predominante sobre la gastronomía es estrecha. Se asocia con excesiva frecuencia sólo a la cocina y a los restaurantes. Ese universo “gastronómico” es dominado por los cocineros casi sin participación de los agricultores. Esta insólita visión se verifica en momentos que una creciente búsqueda de nuevos gustos por parte de los consumidores pudientes; se contrapone con una homogeneización en la producción de alimentos.
Sin embargo, con el nacimiento del turismo rural, se ha puesto en valor una nueva oferta basada en la personalización de la oferta, bien sea a través de alojamientos rurales que ofrecen unas comidas tradicionales basadas en la cocina de la abuela, o bien a través de complejos agroturísticos donde los mismos clientes allí alojados degustan los productos que brinda la propia finca.
El alimento nace de la tierra, fruto del trabajo de los agricultores y ganaderos. En ese sentido es junto a las fibras el principal producto de la ruralidad. El alimento forma parte del patrimonio de los pueblos y cuando se integra a la oferta turística enaltece al destino. Cuando ello ocurre se verifica que esa integración también acrecienta el valor del alimento mismo porque el territorio lo provee de identidad. Y cuando ese alimento es producto de la tierra como en nuestro caso, basado en el aceite de oliva en la riqueza agropecuaria a base de hortalizas, vegetales, carnes derivadas del cerdo ibérico y tantos otros que dan lugar a la dieta mediterránea, valoriza todo ese territorio convirtiendo esta gastronomía en un elemento más de la oferta turística de un destino a través de los diferentes servicios que ofrece un alojamiento rural, como hemos visto en el módulo anterior.
El turismo valoriza los alimentos y consecuentemente el trabajo de los actores de la cadena gastronómica, comenzando por el de los agricultores y ganaderos; esa valorización es una vía más para aumentar la biodiversidad y la oferta alimenticia de los pueblos. La gastronomía es, por concepción, un producto de la ruralidad y por tanto forman parte de la oferta de turismo rural de los territorios. El punto de partida para su desarrollo pasa por comprender el carácter patrimonial del alimento.
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Contenido Sección 9. Oferta de comidas Introducción/Objetivos 9.1 La oferta de Servicio de Restauración 9.2 Calidad Alimenticia y Normas de Manipulación 9.3. Comidas más frecuentes Ejercicios |
Sección 9: Oferta de comidas | 9.1. La oferta de Servicio de Restauración |